Tecnología era una palabra que, hasta no hace mucho, se empleaba muy de vez en cuando. Ahora está absolutamente en todas partes.
Pero es la velocidad a la que esa tecnología circula en todos los campos lo que más nos sorprende... ¡y hasta marea! En los últimos años se han producido más avances tecnológicos que en toda la historia de la humanidad -Revolución Industrial incluida-. Y estos progresos se han ido acercando a nosotros, a nuestro día a día, como nunca lo hubiéramos imaginado. Pisar la luna fue un gran paso para la humanidad, como dijo Armstrong, pero quizás nos pillaba un poco lejos. Ahora (afortunadamente) no se libran de estos cambios vertiginosos ni nuestras encías, gracias a esos cepillos de dientes eléctricos de varios cabezales que les dan un masajito relajante que, por cierto, os recomiendo...
El sprint tecnológico se ha incorporado hasta tal punto a nuestra rutina que -quizás también os pasa- a la hora de comprarnos un nuevo teléfono, ordenador o tableta, dudamos si esperar uno o dos meses hasta el inminente lanzamiento de una versión mejorada (más memoria, más resolución, más autonomía... ¡más lo que sea!). De los smartphones mejor ni hablamos (ya ni los llamamos teléfonos inteligentes de tanto que les exigimos). En el campo de la salud y del bienestar han despuntado ideas que crean dependencia: desde los aparatos “hazlo tú mismo” para tomar la tensión; hasta los que te controlan todo mientras haces ejercicio: cuentan los latidos del corazón, los pasos o kilómetros de carrera, las calorías quemadas, etc…
Uno de los campos más desarrollados, paralelamente al de la comunicación y de la diosa internet, es el del entretenimiento. Repasemos la carrera de los televisores. ¿Os acordáis de cuando el de tubo ocupaba medio salón? Primero fue el color (’70), luego el mando a distancia (’80), más de diez años después la pantalla plana. Y a partir del año 2000, HD ready, LCD, plasma, LED, Full HD, Smart TV, 3D, Curved Oled TV, Ultra Alta Definición...¡Guau!...
A este ritmo de cambios, ¿qué nos espera mañana mismo? ¡Si ya hasta parece antiguo lo del coche que se autoconduce, los robots-mayordomo o los órganos para transplantes impresos en 3D!