¡Cuántas nocheviejas hemos vivido ya! Y aún conservamos las ganas de ponernos especialmente guapas esa noche. ¿Hay mejor actitud para recibir el año?
No lo dudéis: aún llevamos dentro a aquella adolescente que salía por primera vez en Nochevieja. Qué emoción, comprarte un vestido especial, “plancharte”
la melena, pintarte las uñas y los labios… ¡De niña a vampiresa, sólo por una noche!
Han pasado muchos años y muchas cosas desde entonces: ahora nos encargamos de poner guapas a nuestras hijas, nuestro hogar y nuestra mesa de invitados…
Pero que nadie utilice las ocupaciones como pretexto para salir a cenar o a recibir, con cualquier trapito por encima. ¡La Nochevieja es para brillar! No
es que nos tengamos que adornar como el árbol de Navidad o intentar competir con nuestra jovencísima nuera… Pero esa noche está permitido y recomendado
algún destello. Definitivamente, nada de raso, esa tela que no le sienta bien ni a las top models. En mi opinión,tampoco encajes: corremos el riesgo de parecer una Madonna trasnochada. Pero ¿qué me decís de laslentejuelas o los tejidos metalizados, tan de moda últimamente? Si un vestido os parece demasiado, probad con un top combinado con falda tubo o pantalón negro. Hasta un simple fular de lamé dorado o plateado hará especial vuestra camisa blanca. Una alternativa al negro
es el color burdeos que, sobre todo en terciopelo, resulta muy chic. Y si cenáis fuera, no dudéis en cubriros con uno de esos abrigos de pelo que tanto se llevan: calentitos, suaves y de divertidos colores.
Ésta es la noche para sorprender a amigos y familiares,
demostrándoles que estamos felices de recibir el nuevo año. La suerte no reside en llevar debajo de la ropa de Nochevieja unas braguitas rojas. Depende de
nuestra actitud y nuestras ganas de brillar. ¡Feliz año nuevo, luminosas estrellas!